viernes, 25 de diciembre de 2020

más d 1 botella

 Anochecías sobre mis pechos
sin saber el motivo de estar vivos,
brindábamos con vino blanco
mientras yo te decía que no sentía nada.

Hasta en la sangre respiraba el llanto del adiós 
y, decidimos salir corriendo y estrellarnos.
-No pienso frenar-, te dije, y callada salía 
de todo lo que se supone que no hay que salir
mientras llovían piedras hacia el cielo.

Eras todo lo que se suponía que era perfecto hasta que un día empezaste a ser todo lo que se supone que no debe ser.
Y yo me quedé, hasta que me fui.

Y ahora ya no estamos.
Y ahora nada es incorrecto, nada es como se supone que no debería ser. Y ya no me hace falta frenar, porque ya no corro.

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