Tengo un diario humano que me aconseja que me encuentre,
me aconseja que mejore mi pasión por mi, mi ego, al fin y al cabo.
Dice que como persona soy un diez,
y que valorando y cuidando a los que quiero soy un diez,
pero que valorándome a mi, como persona que para él soy un diez, no he acertado hasta ahora.
Me he quedado pensando en ésto y me parece una gran revelación que en ningún momento nadie antes me lo había planteado de tal manera.
Me he quedado pensando en ésto y...
...
Creo
que quizás, a veces nos contenemos a la hora de hacer algo que nos apetece y,
que muchas otras veces nos excedemos al hacer algo que realmente nos apetecía pero no deberíamos haber hecho, pero...
¿quién decide qué debemos hacer y qué no?,
¿hasta qué punto sabemos que lo que estamos haciéndo está bien mientras está mal?,
y aquí, nuevamente, lo que me dijo me iluminó (e inspiro),
resulta que él opina que los únicos que somos dueños de nuestros actos y pensamientos
somos nosotros mismos, parece una frase fácil, parece algo que pueda aconsejarte cualquiera,
pero ni él es cualquiera, ni la manera en la que se expresa es vacía.
Y creo que justo ahí está el kit de la cuestión,
creo que la única persona capaz de juzgar si lo que estamos haciéndo está bien o mal
somos nosotros mismos, los demás podrán opinar y, creerán juzgar, lo intentarán, pero no tienen tal poderío.
Creo que a veces estamos cometiendo errores que mientras están sucediendo ya nos estamos arrepintiendo pero, nos gana la felicidad del momento, nos gana el saber que nosotros estamos actuando como queríamos actuar, y no como realmente se supone que deberíamos hacerlo, creo que es el momento en el que más libres podremos ser, en esos momentos de rebeldía, y no hablo de cualquier rebeldía, hablo de la rebeldía contra ti mismo, hablo de que hagas cosas que jamás pensaste hacer o, que te retes a explotar tu parte más salvaje, más peligrosa, la que más consecuencias te traerá.
Creo que a esos errores se les llama errores con buen sabor de boca, porque mientras estamos cometiéndolos ya nos estamos arrepintiendo, pero a la vez, no podríamos estar disfrutándolos más.
Llegados a éste punto, me planteo una duda existencial, (y tanto que existencial)
¿tenemos entonces que hacer siempre lo que nos pida nuestro cuerpo/corazón, e ignorar lo que nos dice la cabeza?,
llevan toda mi vida diciéndome lo contrario, que haga caso a lo que me dice la cabeza, que es la que tiene dos dedos de frente, y que ignore al corazón,
pero en éste momento de mi vida me estoy planteando seriamente si eso es lo más correcto, porque al final, vida solo hay una y, el hecho de tener dos dedos de frente y cabeza, muchas veces nos hace perder oportunidades, vivencias,
en cambio el corazón siempre se guía por pasión, si dejásemos actuar más al corazón y no a lo que está establecido como correcto, seríamos no solamente más felices (mientras nos arrepentimos)
sino, que el día que nuestra vida llegue a su fin, podremos decir que no nos quedó nada por hacer, que no nos arrepentimos de no hacer algo, y yo he llegado a una conclusión,
prefiero arrepentirme por haber hecho lo que quería, porque nadie me puede quitar eso,
que no arrepentirme por no haber hecho lo que quería, y nunca saber qué habría pasado si lo hubiese hecho a pesar de estar poco recomendado.
Así que vamos a dejarnos llevar más por el corazón, y menos por la cabeza, que esa siempre tendrá algo malo que objetar, algo que nos heche para atrás, algo que nos limite, y como bien dicen; definirse es limitarse.
Así pues, yo no quiero definirme de ningún modo, porque estaré en un constante cambio de ideales y leyes vitales pero, sí que sé que quiero quererme, ante todo, aunque falle, aunque sea cruel, aunque me rebele contra todo lo correcto.
-Mene Black