A veces
me gusta imaginarme que fui aquella niña que entró por primera vez a su clase de ballet,
me gusta imaginarme que fui aquella niña que entró por primera vez a su clase de ballet,
con esas zapatillas tan características, totalmente nuevas y además las más caras,
porque su madre había decidido que podía permitirse ese lujo, porque aunque no tuviese dinero por ello, la sonrisa de su pequeña merecería el sudor gastado para ello.
Me imagino cuando esa niña comenzó por primera vez a atender y, mejor aún; a entender.
El primer día que le salió bien una de las figuras más básicas.
El día en el que en su plena pubertad expuso su arte tras años y años de trabajo y entusiasmo y, algún juez allá al fondo del pabellón se interesó por ella.
El día en el que por fin alcanzó todas sus metas.
Pero lo cierto...
es que nunca fui esa niña.
-Mene Black