sábado, 14 de septiembre de 2013

Mi ser carnal.



Una piel sin marcas sería como un poema sin sentimientos, 
digo yo.
¿Marcas de qué?, es la cuestión...
Marcas de miradas tristes, o de placer,
o de cafés sin azúcar.
 O marcas de labios desgastados,
o de sonrísas trastornadas...

Marcas de tus dedos paseando líbremente por mi espalda,
o por mis núcleos centrales.
Marcas de tus dientes en mi cuello,
o de tus uñas en mis caderas.

Marcas de las sábanas bajo mi humedecida piel,
marcas de mis venas exhaltadas
y comprensiblemente aceleradas.

Marcas, de tú sintiéndote mujer,
y de mi, sintiéndome menos humano a cada suspiro
de tus labios,
marcas de ti,
empeñada en convertirme en un ser divino,
en un ser merecedor de tu entero cuerpo al desnudo.

Llenando mis noches de pasión,
arrebatándosela a aquellos que no la saben aprovechar,
juntándola, fusionando cada gesto, cada mirada, cada pestañeo...
con el más puro sentir, con el más puro gemir.

Apagando la sed de mi mirada cada vez que contemplo
esos hoyuelos que se te forman al final de la espalda cuando te muestras
de esa forma ante mi ser carnal.

Ser carnal...
es una buena definición para dartela,
cuando tus oídos se ciegan,
se ofuscan... ignorando propiamente todo lo que llego a balbucear,
sin importarte lo más mínimo de tu alrededor,
tan si quiera de mi, simplemente tú y mi cuerpo.
Tú, mi cuerpo... y tus labios.

Y cuánto me ha de gustar éste comportamiento tan gratuíto
que al mismo tiempo me hace parecer lo más caro de rango e imposible de azañar para cualquier otro ser humano sin una pizca de dominio
ante algo como tú.
 Ante un ser tan carnal.

Mi ser carnal.
Más tuyo que de nadie,
únicamente tuyo.
Permíteme, bella dama,
que me apodere de ti tan solo en mi lecho,
en mi techo, y en mis manos. 

-Mene Black